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Relatos de la Batalla Final

Un traqueteo atronador lleno el pasillo que daba al bastión principal de los enanos, haciendo que éstos temieran un nuevo ataque antes del asalto final. Rápidamente, fila tras fila de enanos ceñudos y fuertemente armados cerraron filas entorno a tres figuras imponentes: Belegar, Duregar y Ungrim se habían reunido para trazar un plan de ataque para retomar la sala del trono, el verdadero corazón de Karak Ocho Picos, y se habían colocado en vanguardia nada más escuchar el estruendo

 

- A mi señal, abrid fuego- indicó un viejo ingeniero a la dotación de uno de los cañones apostados en aquel lugar aunque la orden fue interiorizada por varias compañías de atronadores junto a la máquina de guerra


Unos segundos mas tarde, un puñado de goblins asomó empujando tres grandes y traqueteantes artilugios sobre ruedas que, acto seguido, empujaron y bajaron a toda velocidad por el camino parcialmente adoquinado, haciendo a los enanos temer alguna nueva invención de sus enemigos
Esperando hasta que los tres cachivaches estuvieron a corto alcance, la mano alzada del ingeniero bajó de golpe, haciendo que se desatara una tormenta de fuego y plomo sobre los tres cacharros
Destruidos en mil pedazos casi al mismo tiempo, los restos y el contenido de los tres artilugios salió volando por los aires a tal velocidad que, unos instantes después, caía entre las compactas filas de los enanos golpeando inocuamente sus resistentes armaduras


Cuando la humareda de los disparos se disipó los enanos pudieron ver qué les habían enviado los goblins


Gritos de rabia, asco y rencor infinito se elevaron de las filas dawi cuando descubrieron que el cargamento que les había llovido encima eran heces de troll y de garrapato mientras los goblins, en la segura lejanía, se desternillaban de risa y les mostraban sus traseros desnudos antes de desaparecer nuevamente entre las sombras


Pero aquello no era todo, entre las inmundicias habían cabezas cortadas... cabezas de los enanos capturados por Skarsnik. Y estaban todas afeitadas


- ¡Ezo ez lo que oz ezpera zi oz azercaiz a mi trono!¡Loz Ocho Picoz zon de los pielesverdez!¡Loz Ocho Picoz zon verdez!- gritó la chillona y malévola voz del kaudillo goblin nocturno desde algún recóndito lugar, oculto, antes de empezar a reirse a coro con decenas de sus goblins

 

 

 

 

El pelotón de exploradores que realizaba las guardias por los niveles inferiores tardaba en llegar.

Duregar estaba inquieto.

Al cabo de unas horas, renqueante en la oscuridad, aparecía un enano desnudo y ensangrentado.
Era el último explorador vivo del escamote, aniquilados por una sorpresiva marabunta traicionera pielverde. Llevaba pegado a la espalda un trozo de pergamino, con un mensaje de horrible caligrafía.

"Al tapón jefe:

Erez ridículo porke Grumlok te ha robado tuz cozaz

En el zalón de la zilla grande te ezperamoz Ahí Grumlok te robará toda tu ropa y te dejará deznudo como ezte patético ezplorador

Zin ropa ya no zeráz un tapón prezumido y loz otroz taponez ya no zabrán ke erez el jefe porke erez bajito y zonrozado como todoz y no te zabrán diztinguir.

No komo loz orkoz ke  zomoz mejorez y nueztroz jefez zon grandez como Grumlok y zabemoz fácil que él manda.

Viva Grumlok Toñaz a loz taponez Uh Uh Oz vamoz a pegar y a robar muchaz cozaz. "

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Pocos días antes de la Batalla Final por la Sala del Trono, la retorcida mente de los kaudillos pieles verdes busca crear el caos y la confusión entre las filas skavens, enviando un mensaje falso a uno de sus líderes...

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Cojo de una pierna, ciego de ambos ojos al habérselos sacado, la nariz rota en varias ocasiones y por diferentes lugares, los dedos de las manos rotos uno a uno y con la barba afeitada, lo que antaño fuera un aguerrido enano se tambaleaba sin saber por dónde iba mientras el dolor y la rabia le nublaban el juicio; había pasado los últimos tres meses prisionero en las salas de tortura de Skarsnik y ahora, próxima la batalla, su captor lo había liberado para que vagara como advertencia por los pasillos... o eso le había dicho

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Lo cierto era que habían guiado al enano, sin él saberlo, hacia los pasillos inferiores donde las huestes de Throt el Inmundo se congregaban para la batalla y ahora, ajeno a su funesto destino, tropezaba hacia adelante con la esperanza de toparse con alguno de sus congéneres para que, al menos, le dieran una sepultura honrosa.

Pero no tendría tanta suerte

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Los vigías de Throt hacia varios minutos que habían divisado al enano y ahora que se había internado en sus dominios no tardaron en emerger de entre las sombras, con las armas desnudas, prestos para darle muerte. Ya estaban cayendo las oxidadas armas sobre su cuerpo cuando su líder de camada les dio el alto al observar la espalda desnuda del enano

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Grabado con un puñal, escrito con malicia, había un mensaje dirigido a Throt en persona de parte de los kaudillos pielesverdes; sabiendo que aquello le reportaría algún beneficio, intentó llevar al enano prisionero ante su señor, pero el maldito dawi se resitía a ser conducido con todas sus escasas fuerzas, pese a su ceguera, logrando en un momento dado golpear el morro del líder de camada

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Con un gruñido bajo, el skaven desenfundó su aserrada espada mientras sus seguidores se apartaban y, con un gesto brusco, hundió la punta en la nuca del enano acabando con su vida en cuestión de segundos... total, solo tenía que llevar la parte marcada de la espalda, el resto no le servía para nada

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"Al líder rata mutante que llaman Zrot. Nozotroz, loz poderozoz kaudilloz pielez verdez, vamoz a zurraroz a todoz hazta que ze noz rompan laz armaz, y luego aun un poco maz, pero no podemoz hacerlo zi no llegaiz a la batalla, azi que atento. Uno de loz otroz liderez rata, eze que le guzta cortar cabezaz al que llaman Kuik, noz ha pedido una tregua para intentar mataroz el zolo... a nozotroz noz guzta zurraroz a todoz por igual, pero zi eze Kuik oz ataca por la ezpalda y noz quita la diverzion queda feo... azi que maz te vale eztar lizto para zurrarte con él para que miz chicoz te puedan patear el culo"

 

...

 

Casi al mismo tiempo, un mensaje procedente de uno de los líderes skavens sorprende a Skarsnik:

 

Se trata de un paquete hecho con piel enana, no muy voluminoso, dejado delante del corral de garrapatos donde estos han sido los que han alertado a los no muy vigilantes guardias goblin; el olor a enano les ha hecho tener aún más apetito y sus gruñidos los han alertado. En el paquete hay una nota escrita con sangre que pone: “para los kaudillos-jefecillos pielesverdes”.


¿Decides abrirlo? Si la respuesta es no, puedes borrar este mensaje, quizás es una trampa, o quizás no…Si eres más valiente que un esclavo skaven cuando le dicen que vaya a alimentar a las ratas ogro y no le dan pienso para ello sigue leyendo.
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“Queridos-estimados señores, este es un mensaje de un admirador vuestro-vuestro. Habéis logrado conmover mi corazoncito gris-raído con vuestras hazañas pese a las adversidades a las que os habéis enfrentado. Yo el gran-poderoso-rátido-malificiente vidente gris Thanquol os propongo un trato. La verdad-verdad es que la Ciudad de los Pilares me trae la cola floja, odio combatir sin sentido ni recompensa, y una ciudad-madriguera con una guerra eterna no es de mi agrado-gusto. Realmente mi plan era acabar con mis dos-dos queridos colegas, Throt el doblemente Inmundo y Queek el coleccionista de pelucas. En la inminente batalla que se aproxima veo la grandísima oportunidad de ver sus cuerpos quemados, devorados y vueltos a quemar y sus huesos mondos y lirondos, así que a cambio de algún que otro disparo/hechizo contra mis estimados aliados en algún momento oportuno quiero que me dejéis en paz en la batalla. Yo no os voy a perseguir ni chamuscar, es más, iré a por los tapones, una vez cierto matador con un bardo humano me dejó un poco tocado-desmoralizado, y quiero devolverles lo recibido por cien. Así que podéis contar con mi ayuda contra Lord Queek y Lord Throt, siempre que vuestros hechizos o disparos no se dirijan contra mi magnánima figura. Si estáis de acuerdo depositar un cadáver en el pozo de agua cercano al corral de garrapatos. Si no…nos veremos en la batalla, y mi furia no tendrá fin.”

 

La respuesta piel verde, tras una rápida deliberación, no tarda en enviarse...

 

Con un trotar ligero, casi indetectable, una pequeña criaturilla de color verde palido correteaba por los túneles inferiores de Karak Ocho Picos, justo por donde se habían congregado últimamente las tropas del Vidente Gris Thanquol sin ser consciente que, a su espalda, llevaba atado un pergamino de dudosa procedencia escrito con una caligrafía horrible. 

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Súbitamente, y sin que ello le causara la más leve sensación, un skaven le salió al paso apuntándolo con una roñosa lanza para que se detuviera... pero el pequeño snotling, ajeno a aquellos rituales de "alto o te mato" se dedicó a toquetear con suma curiosidad la lanza del skaven que se lo quedó mirando, atónito, solo para darse cuenta que en apenas unos segundos el pequeño pielverde había desatado y desencajado la punta de la lanza y ahora la esgrimía, en alto, como un trofeo mientras reía cual niño pequeño

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Mientras el snotling reía y bailaba con su nueva adquisición, dando vueltas y saltitos, el skaven reparó en lo que llevaba la criatura anudado a la espalda, cogiendo por el pescuezo al bichillo verde que, en ese momento, intento en vano liberarse revolviéndose chasqueando los dientes y moviendo airadamente su nuevo juguete 

Cuando el skaven llegó ante el Vidente Gris portando al peculiar mensajero, lo dejó en el suelo logrando que el snotling le dedicara un gruñido bajo, como un perrillo pequeño, antes de ponerse en cuclillas a revolver un pequeño cúmulo de despojos que había en un rincón de la sala obviando por completo la presencia del Vidente Gris, la enorme rata ogro que lo custodiaba y al skaven que lo había llevado

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Tras perseguir al snotling por la sala durante unos segundos el mensaje llegó finalmente a manos del Vidente Gris...


"Tu, zucia rata con cuernoz de cabra. Emo' eztado meditando tu propuezta... no noz azuzta zurrarnoz contigo, tus tropaz o tuz mazcotaz mutantez, pero no tenemoz tantaz manoz para dar tantaz tortaz a la vez, azi que por ezta vez aceptamoz tu trato pero con condicionez: tuz hechizoz zolo atacaran a loz enanoz, o a laz otraz rataz zi te apetece, pero no tocaraz a un zolo pielverde. Tuz tropaz, y animalez eztrañoz que huelen raro, tampoco atacaran a miz chicoz... ni a loz chicoz de loz otroz jefez de guerra.

Al maz minimo indicio de traicion todaz nueztras tropaz iran hacia tu pozicion para ezterminarte, trocearte y luego comerte. Y no necezariamente en eze orden"

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Un extraño sello, con una media luna con una sonrisa macabra en el rostro, ponía punto y final a la escueta misiva

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Hacía horas que los sonidos de la batalla habían cesado. Ya no se escuchaban los ecos del entrechocar de las armas, los gritos de guerra, los quejidos de los moribundos y los rugidos de los monstruos. Solo el esporádico goteo de alguna pequeña filtración de agua, o algún pequeño desprendimiento, rompía el monótono silencio que ahora reinaba en la gran bóveda que conformaba la sala del trono de Karak Ocho Picos

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Pequeños haces de luz rojiza, procedente de subterráneos ríos de lava cuyo resplandor se filtraba por las grietas y fisuras que recorrían la sala, era la única luz que arrojaba algo de claridad a la perenne oscuridad que allí reinaba. La otrora majestuosa sala del trono era ahora un lugar de pesadilla, sembrado de muertos, después de la atroz batalla allí llibrada

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Cientos de cuerpos mutilados, calcinados y aplastados sembraban el suelo, como un macabro jardín, arracimándose allí donde los combates habían sido más cruentos, donde uno de los muchos monstruos participantes se habían dado un atracón o donde una máquina de guerra había encontrado su objetivo. Algunos cuerpos, reducidos a guiñapos irreconocibles y retorcidos por la magia, se amontonaban en pequeños grupos marcando los lugares donde los perniciosos hechizos habían logrado penetrar las defensas mágicas

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La muerte reinaba en Karak Ocho Picos, esa era la única verdad... o no?

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A varias salas de distancia, observando como sus victoriosas tropas celebraran un banquete sin precedentes a base de garrapato asado, enano confitado y rata a la brasa, Skarsnik se mantenía especialmente meditativo y taciturno. De forma ausente daba de tanto en tanto una palmadita al abotargado garrapato Gobbla, ahíto de comida, que roncaba levemente mientras sus tripas intentaban digerir el exceso de comida que había engullido

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Había sido un buen combate; había podido acabar con Duregar en persona, atravesándolo por la espalda mientras huía después de haber masacrado a sus hombres, solo para que Gobbla lo devorara de dos bocados... aun se quejaba mientras las fauces se cerraban sobre su espinazo. Sus chicos se habían portado como esperaba, y solo el haberse tenido que retirar ante la artillería enana atrincherada le causaba resquemor. Un resquemor que se atenuaba si recordaba que las hordas de ratas habían abandonado la ciudad rumbo al norte, ahora que esa abominación mutada de Throt se había hecho con el control de las tropas restantes, mientras que los pocos supervivientes de los enanos aun correteaban por los pasillos de la fortaleza, siendo cazados por los garrapatos que había soltado tras ellos... de vez en cuando el eco distante de algún chillido desesperado llegaba a sus oídos, justo antes de cesar de golpe, señal inequívoca de que las bestias hongoides estaban haciendo su labor

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La fortaleza, y toda la montaña, era de forma total e indiscutible suya. Al fin, después de tantos años lo había logrado. 

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Cientos de peñas de orcos y goblins estaban acudiendo ya hacía el lugar para asentarse y ponerse bajo su mando ¿o sería tal vez al mando de alguno de esos dos orcos patizambos?

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Gorfang y Grumlok habían cumplido con su parte pero ahora, realizada su tarea, podrían intentar reclamar la fortaleza como suya... ese necio de Gorfang tenía la Roca de Hierro pero ésta palidecía en comparación con Karak Ocho Picos y Grumlok podía intentar establecerse allí a sabiendas de que antes o después los enanos intentarían reclamarla nuevamente, por no mencionar la proximidad con Karak Azul, pudiendo tener un suministro casi infinito de enanos a los que masacrar

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No, no podía permitirlo. Demasiados esfuerzos y maquinaciones como para dejar que alguno de aquellos brutos sin cerebro se quedara con la fortaleza. Aquella era SU fortaleza. Él era quien los había convocado para un ataque final. Suyas habían sido las estratagemas y planes que les habían permitido alzarse con la victoria. Y él era quien había mantenido bajo asedio constante a los enanos en la superfície mientras mantenía a raya a los skavens en los niveles inferiores.

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Agarrando con furia su pinchagarrapatos se puso en pie, arrancando un leve rechinar de la cadena que unía su tobillo con la pata de Gobbla al moverse, haciendo que la monstruosidad dentada se removiera inquieta, despertando, notando que su señor volvía a entrar en acción

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- Chicoz!! Ezcuchadme todoz!- bramó mientras pateaba a un goblin cercano, medio borracho, que jugueteaba con un casco de enano abollado - Hoy hemoz logrado una gran victoria y la montaña ez nueztra!!

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Un coro de gritos, chillidos y silbidos se alzó celebrando la victoria. Skarsnik dejó que chillaran unos segundos, antes de golpear el suelo con el pinchagarrapatos, arrancando un quejido lastimero de Gobbla mientras unas chispas verdes refulgían en las tres puntas del arma encantada

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- Pero aun no hemoz acabado! Ezoz apeztozoz orcoz ze creen que pueden venir aquí a zurrar a loz taponez y a laz rataz y, cuando acaba la fiezta, quedarze con lo que ez nueztro! Vamoz a enzeñarlez que la fortaleza pertenece a los goblinz! Vamoz a enzeñarlez que la fortaleza pertenece a Skarnisk!!!!- bramó fuera de sí, provocando que un mar de criaturas verdes se alzara y desenfundara espadas, cuchillos, dagas y hachas coreando el nombre de su líder.

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Los túneles de Karak Ocho Picos volvieron a retumbar con el sonido de los tambores y los gongs al tiempo que las innumerables hordas del kaudillo goblin nocturno volvían a ponerse en marcha para combatir; la guerra azotaría los corredores de la antigua fortaleza una vez más y, aquella vez, solo quedaría un único y verdadero señor para gobernarla con puño de hierro.

 

Un puño verde...

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